Judo

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Como cualquier niña alucín, de chica me imaginaba metiéndome en peleas para probar mi valor. Jamás llegué a pelear con alguien (sin contar a mi hermano, a quien quiero mucho, pero aún así tales peleas frecuentan cuando tu carnal es hombre y terco), y hoy en día considero que participar en peleas físicas no determina ni tu fuerza ni tu valor como persona. Quizás demuestre qué tan resiliente eres, pero siento que la verdadera fuerza reside en el esfuerzo constante de uno, de no quebrarse ante los fracasos ni doblegarse ante otras personas. Así mismo, una persona fuerte es humilde: reconoce su realidad, sus cualidades y sus debilidades, además de ayudar a los demás a superar sus adversidades.

Suena muy melodramático, pero, aunque se trate de un pasatiempo para mí, el judo cambió mi perspectiva de las cosas. Antes de practicarlo, yo me sentía intimidada por los atletas que veía en el gimnasio de mi universidad, ya que pensaba que jamás podría estar “a su nivel”. Unas clases más tarde, comprendí que no se trataba de ninguna competencia (a menos que, claro, estés participando en un campeonato). Yo quería hacer deporte para tomar el control de mi cuerpo y controlar mi ansiedad, y la compañía de los otros alumnos y maestros me demostró que todos estamos aquí para ayudarnos los unos a los otros. Al practicar o hacer un randori, nuestro propósito no es herir al oponente, sino realizar las técnicas de la manera más limpia y efectiva. Es una colaboración entre cuerpos y mentes para mejorar nuestra coordinación, condición… y un montón de cosas más. La humildad es clave: nuestro profesor nos repite una y otra vez que cuando entramos al dojo, nos debemos olvidar del mundo exterior y concentrarnos en nuestras acciones del presente.

El manga “Teppu” (el cual recomiendo ampliamente) habla de algo similar. Yo lo leí antes de entrar a judo, y me inspiró a dibujar las Boxing Gorls, entre otras cosas. Lo que me llamó la atención fue la diferente mentalidad entre los dos protagonistas.

Natsuo (la muchacha alta) es la encarnación de la impotencia. Aunque es muy talentosa en los deportes, siente que debe probarse a sí misma ante los demás. Obviamente su problema se trata de algo más profundo, por lo tanto, al vencer a sus rivales con tanta facilidad, ella se sigue sintiendo incompleta. Es ahí cuando su paradigma hostil choca con Yuzuko, la única chica que la pudo vencer en su primer encuentro. Por lo tanto, se obsesiona con ella.

Yuzuko (la muchacha chaparra) no tiene talento nato en los deportes, sin embargo, ella practicó incansablemente hasta convertirse en la atleta que es hoy en día por el simple hecho de que le gusta mucho pelear. Aquí entran muchos tropos inverosímiles del manga, pero la dinámica entre las dos me pareció muy humana. Pude verme en el deseo de ser fuerte de ambas chicas, tanto nacido del ego como en el caso de Natsuo, así como en el genuino placer de ejercitarme como Yuzuko. Seguramente no soy la única, pues todos tenemos esa “luz y oscuridad” dentro de nosotros.

A la fecha de hoy, sigo trabajando en reconocer que no poder vencer a alguien en un combate no significa que sea débil. Ese sentimiento de inferioridad se desvanece cuando humanizo a cada persona con la que interactúo y recuerdo que cada quién está pasando por luchas diferentes. El deporte me abrió la puerta a reflexionar sobre mí misma, sobre la sensación de insuficiencia que tuve escondida desde hace años que me decía “siempre seguirás siendo una enclenque”. Este año (2023) he podido desafiar esa noción y pasar de cinta por primera vez. Es la parte mental y emocional de los deportes que me encanta: te fuerzan a poner tus pies en la tierra y tomar consciencia del presente.

Les deseo a todos mis compañeros deportistas, ya sea por diversión o vocación, un camino fructífero. Tienen todos mis respetos y mi apoyo.

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Like any wimpy kid, as a child I imagined myself getting into fights to prove my worth. I never got into a fight with anyone (not counting my brother, whom I love dearly, but still such fights are frequent when your sibling is male and stubborn), and today I consider that engaging in physical fights determines neither your strength nor your value as a person. Perhaps it shows how resilient you are, but I feel that true strength lies in one's constant effort, not to break down in the face of failure or bow down to other people. Likewise, a strong person is humble: he recognizes his reality, his qualities and his weaknesses, as well as helping others to overcome their adversities.

It sounds very melodramatic, but even though it is a hobby for me, judo changed my perspective on things. Before judo, I was intimidated by the athletes I saw in the gym at my university, thinking I could never be "at their level”. A few classes later, I realized that it wasn't about competition (unless, of course, you're participating in a championship). I wanted to do sports to take control of my body and control my anxiety, and the company of the other students and teachers showed me that we are all here to help each other. When practicing or doing randori, our purpose is not to hurt the opponent, but to perform the techniques in the cleanest and most effective way. It is a collaboration between bodies and minds to improve our coordination, condition... and a lot of other things. Humility is key: our teacher repeats over and over again that when we enter the dojo, we must forget about the outside world and concentrate on our present actions.

The manga "Teppu" (which I highly recommend) talks about something similar. I read it before entering judo, and it inspired me to draw the Boxing Gorls, among other things. What struck me was the different mentality between the two protagonists.

Natsuo (the tall lass) is the embodiment of helplessness. Although she is very talented in sports, she feels that she has to prove herself to others. Obviously her problem is about something deeper, therefore, by beating her rivals so easily, she still feels incomplete. That's when her hostile paradigm collides with Yuzuko, the only girl who was able to beat her in their first encounter. Natsuo then becomes obsessed with her.

Yuzuko (the short lass) is not a natural at sports, yet she practiced every day to become the athlete she is today simply because she loves fighting so much. A lot of implausible manga tropes come in here, but the dynamic between the two seemed very human to me. I could see myself in both girls' desire to be strong, both born of ego as in Natsuo's case, as well as in the genuine pleasure of working out as Yuzuko’s. Surely I am not the only one, as we all have that "light and dark" within us.

To this day, I am still working on recognizing that not being able to beat someone in a match does not mean that I am weak. That feeling of inferiority fades when I humanize each person I interact with and remember that everyone is going through different struggles. The sport opened the door for me to reflect on myself, on the feeling of inadequacy I had hidden for years that told me "you will always remain a wimp." This year (2023) I was able to challenge that notion and change my belt for the first time. It's the mental and emotional part of sports that I love: it forces you to put your feet on the ground and become aware of the present.

I wish all my fellow athletes, whether for fun or vocation, a fruitful journey. You have my full respect and support.
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